Batman: The Dark Knight Returns part I es una película
animada basada en la novela gráfica del mismo nombre escrita Frank Miller
(Batman Year One, que también fue adaptada a animación, y Sin City y 300,
adaptadas a películas, entre otros). La novela gráfica es de 1986, el
lanzamiento de la película animada está fechado para el 25 de septiembre del
2012, aunque ya se puede encontrar en algunos lugares pirateada.
La novela gráfica fue pionera en su estilo (alejándose
completamente del estilo de los dibujos del estilo de superhéroes de sábado por
la mañana, pasando a un estilo más errático, libre y oscuro), en su formato (la
novela gráfica) y en su temática. En un futuro distópico en el que Bruce Wayne
está cerca de sus sesenta años, Gotham City está plagada por criminales
amorales y juveniles que aterrorizan a una población atomizada por los medios
masivos. Atomizada en un sentido sociológico, si se quiere: si bien están
constantemente bombardeados con imágenes e información sobre los crímenes, los
habitantes de la ciudad no parecen conocerse los unos a los otros, actúan como
individuos asustados que se protegen sólo a sí mismos. La mayoría de los personajes
que toman acción, como Bruce Wayne al retomar el manto del murciélago, son
gente del pasado: el comisionado Gordon, a punto de retirarse a sus setenta
años, le planta cara al líder de la pandilla de los criminales, los “mutantes”.
El único personaje joven que toma acción, la chica que se convertirá en el
nuevo Robin, parece simbolizar los valores del pasado, en contraposición a sus
propios padres, miembros de la clase media intelectual con valores liberales,
opuestos al “fascismo” de Batman y proponiendo, mientras se drogan recordando
sus días de hippies, que los criminales deberían ser “integrados” a la
sociedad, que “son sólo jóvenes”.
Frank Miller. Cuando subí esta imagen le puse "alinear a la derecha del texto". |
En palabras del propio Frank Miller, The Dark Knight
Returns es una parodia de la sociedad de masas que él veía en Estados Unidos a
finales de los ochentas. En ese sentido, y si uno analiza otras de sus obras
(300, sin ir más lejos), podría decirse que Miller es un campeón de los valores
conservadores, derechistas, o al menos alguien crítico de los valores
intelectuales y liberales de la clase media. A los criminales: castigo y
represión. A los intelectuales y políticos: ojo por ojo, valores tradicionales.
Batman plantea su actuar como una guerra: de la muerte del anterior Robin
(aparentemente la razón por la que Bruce Wayne dejó de ser Batman) dice “era un
buen soldado, me honró, pero la guerra debe continuar”. Después de años de
haber sido un ejemplo a seguir para los jóvenes, de bailar el twist y surfear,
Frank Miller le devolvió los testículos a Batman, pero a la vez lo convirtió en
un personaje muy distinto: un personaje temible, y muchas veces desagradable.
Lo que le da una dosis de realismo: los actos de vigilantismo, de “justicia por
mano propia”, siempre dividen a la población dependiendo de sus posturas
políticas. Como dice el escritor Grant Morrison: “Batman es un tipo rico
golpeando a un montón de gente pobre”. Y no le falta razón, aunque los valores
del Batman de Frank Miller no son sólo
los de un millonario, si no los de una víctima de la violencia que no cree en
dar segundas oportunidades. En efecto, además de los reaccionarios, las víctimas
son las que apoyan a Batman en su guerra.
Batman. Más años, más músculo, menos paciencia. |
La película animada es una adaptación fiel a la primera
parte del cómic: el estilo del dibujo es prácticamente el mismo, con héroes y
villanos musculares, mandíbulas cuadradas, una ciudad sucia y vertical. La
historia avanza, como en el cómic, entrecortada con escenas de debates e
informativos televisivos: cabezas que aparecen en pantalla bombardean a los
habitantes de Gotham (y al espectador) con sus opiniones, normalmente opuestas.
La animación es excelente, las voces muy bien elegidas y actuadas. Batman y
Bruce Wayne están interpretados por Peter Weller, a quien recordarán como el
personaje principal de otra película distópica con una sociedad de valores en
crisis: Robocop. Weller hace un trabajo excelente interpretando a un hombre
viejo y cansado en algunos momentos, obsesionado y violento en otros.
La película es igual de violenta que el cómic: las armas
son reales, la gente es golpeada y sangra, y en muchos casos, en los crímenes
más violentos, las víctimas son secuestradas y asesinadas. Y si uno toma en
cuenta que la mayoría de los “mutantes” son los que generan esa violencia o son
objetos de la violencia a la que los somete Batman, las escenas de combate se
tornan aún más cruentas.
Batman: "Esta no es una alcantarilla, es una mesa de operaciones. Y yo soy el cirujano".
Sin adelantar mucho sobre la trama en sí, vale la pena
decir que la película está basada en una obra de la época en que Frank Miller
no había perdido completamente la razón: si bien la película muestra una
realidad oscura y violenta, y si bien los bastiones del liberalismo presentados
son más parodias que otra cosa (el alcalde temeroso que quiere negociar con los
mutantes, los padres hippies, el psiquiatra que, celebrando la diversidad y
subjetividad, acepta y justifica cualquier comportamiento de los criminales), y
si bien no se exploran los motivos exactos de los criminales (aunque la
búsqueda de aceptación, respeto y la supremacía parece serlo), algunos
personajes son realmente profundos, además conservadores y violentos. Son
complejos, tienen conflictos, y, a diferencia de en obras como 300 o Sin City,
no han llegado a la exageración total, a la parodia de sí mismos.
Para aquellos que además de acción y una buena animación
están buscando una buena trama y significado, la película plantea varias
preguntas, entre ellas… ¿cómo nos afecta como sociedad el estar divididos sobre
cómo se debe responder al crimen? En un mundo donde todos fueran conservadores
o todos liberales, Batman no tendría lugar. O bien todos serían Batman o nadie
podría aceptarlo. Es justamente en un mundo de divisiones y opiniones opuestas
que Batman no sólo es aclamado por algunos, si no necesitado, y obviamente
odiado por muchos otros.
Como Pedro Bordaberry contra los menores impunes. |
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